Egipto es un país fascinante para
el que le gusta la historia, la arqueología, se puede decir que todo el país es
un museo al aire libre porque hay restos en casi todos los lugares, y también es
un país de enigmas.
Junto a las tres grandes
pirámides de Giza está la gran Esfinge desde hace quién sabe cuántos siglos,
acaba de ser restaurada y se le ve muy bien. Pero una detenida observación
suscita algunas preguntas: ¿por qué es tan desproporcionadamente pequeña la cabeza
con respecto al cuerpo? ¿La quisieron esculpir tal cual la contemplamos hoy?
¿Cuándo fue esculpida?
Durante mediados del siglo XIX el
pintor y dibujante escocés David Roberts viajó por Egipto y, entre otros,
dibujó la famosa esfinge. En sus dibujos se nos muestra una esfinge casi
cubierta de arena hasta el cuello, parece que ese había sido su estado natural
durante muchos siglos anteriores. Hay quien dice que los primeros egipcios que
llegaron a la meseta de Giza ya se encontraron con una enorme cabeza que sobresalía
de la arena, es decir que ellos no fueron los creadores de semejante estatua.
Con el tiempo pensaron qué hacer
con aquella cabeza de granito y la remodelaron convirtiéndola en la cabeza de un
faraón, pero sin preocuparse de lo que había bajo la arena. Cuando a finales
del siglo XIX se comenzó a quitar la arena entonces es cuando se vio la
desproporción de todo el conjunto escultórico.
Pensemos un momento. Si la
Esfinge entera fue obra de los egipcios ¿por qué hay tanta desproporción? Y si
la esfinge estuvo cubierta de arena hasta el cuello y la cabeza al aire libre,
¿por qué es la parte supuestamente protegida por la arena la que presenta un
mayor deterioro o desgaste, mientras que la parte (cabeza) expuesta a las
inclemencias del tiempo todavía hoy se le ve bien perfilada después de varios
miles de años?
El cuerpo entero de la esfinge
está construido dentro de una especie de piscina con una altura de los cuatro
lados como de un metro o más, los bordes de esa especie de piscina todo
alrededor presenta un serio desgaste como de haber corrido por allí mucha agua,
todos los bordes están claramente redondeados. Parece que los egiptólogos
tradicionales no le han prestado mucha atención a este detalle.
El sentido común dice que sobre
aquella meseta alguna vez tiene que haber caído mucha agua como para producir
ese desgaste en la esfinge y en lo que la rodea, incluso antes de que fueran
construidas las pirámides, pero el caso es que en Egipto no existe memoria oral
ni escrita de que alguna vez lloviera tanto, nadie sabe. Este es, pues, uno más
de los atractivos egipcios que tanto atraen a los turistas y el misterio continúa.
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