lunes, 30 de enero de 2017

La búsqueda del Arca




En algún risco de esa montaña hay algo paradójico, algo que no es común y que no se sabe exactamente qué es. Algunos campesinos de la zona dicen haberla visto e incluso que han entrado en ella, algún aviador cree haberla visto mientras sobrevolaba la montaña, hasta Marco Polo dice en sus crónicas de viajes que podía ser vista cuando hacia buen tiempo, ¿de qué estamos hablando? Estamos hablando de la bíblica Arca de Noé.

Según el relato de la Biblia, el Arca acabó posándose en algún peñasco escarpado del monte Ararat, que es un monte localizado en Turquía oriental con nieves perpetuas en su cumbre, Génesis 8:4. ¿De veras que en esa montaña hay una embarcación de madera más grande (133 metros de eslora) que el famoso submarino Nautilus de 98 metros de largo? 

Los arqueólogos han encontrado evidencia de una gran inundación en Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, pero ellos interpretan que ese gran depósito de arcilla se debe únicamente a una gran inundación local, no universal, pero si esto fuera de ese modo hay algo que no encaja ni con la historia bíblica del diluvio ni con la historia babilónica de Gilgamés. ¿Supo el personaje central de nuestra historia la llegada del diluvio con tiempo suficiente, de modo que le dio tiempo de construir el Arca? Porque si dispuso de tiempo suficiente, ¿por qué no buscó y subió a una montaña más alta en vez de perder el tiempo construyendo un objeto de madera tan grande? Probablemente aquella inundación no fue tan local como aseguran los arqueólogos del siglo XXI, sino que fue algo mucho más importante y trascendente.

En el supuesto de que el diluvio de los días de Noé hubiera sido un aguacero global, entonces tendrían que haber quedado huellas de aquel cataclismo por todas partes. Fueron varios miles de millones de toneladas de agua que cayeron pesadamente sobre la superficie de toda la Tierra, y eso tiene que haber producido forzosamente cambios en la corteza terrestre ¿no les parece? ¿Existen y son visibles las huellas de aquel diluvio universal? Veamos algunos ejemplos.

De vez en cuando se producen descubrimientos que pasan desapercibidos y por si solos no son gran cosa, pero una vez que comenzamos a juntarlos son como el efecto común de alguna causa mayor.

La revista Parade publicó hace un tiempo que científicos chinos habían descubierto fósiles marinos a más de 5000 metros de altura en las montañas del Tibet. Hace unos años el periódico soviético Vechernyaya Moskva informó que se habían encontrado arrecifes de coral a dos kilómetros de profundidad debajo del desierto Kara Kum, y se llegó a la conclusión de que aquello había sido el fondo de un antiguo mar tropical. Pero como un almendro que florece fuera de temporada no significa que haya llegado el verano prosigamos. Otro periódico, El Comercio, de Perú, informó que a 3750 metros de altura se descubrieron un numeroso grupo de ostras gigantes petrificadas, algunas de estas ostras tienen un diámetro de unos 3´5 metros. ¿Cómo llegaron allí estas ostras gigantes? El periódico Post de Denver informó de varios sorprendentes hallazgos en las montañas del estado de Montana, a casi 2000 metros de altura sobre el nivel del actual mar. Allí se han encontrado restos fósiles de tiburones. En esas montañas también se encontró el esqueleto de una ballena que media unos 7´3 metros de largo. ¿Hasta esas alturas llegaba el mar en tiempos antiguos? Y en la montaña de Montserrat (Barcelona, España) se encontró un fósil muy bien conservado de un manatí, esa montaña está a más de 50 km. de distancia del actual mar, y por toda la región alrededor de la montaña se pueden encontrar conchas de varias clases. Y aún podríamos seguir presentando otros casos semejantes a los que aquí expongo.

Hay más noticias en este sentido, aquí solo hemos publicado algunas de ellas, pero da la impresión de que alguna vez casi todo nuestro planeta hubiera estado cubierto por un mar gigantesco, entonces se produjo un cataclismo global que centrifugo violentamente a nuestra tierra, y que puso lo que estaba abajo arriba y lo que estaba arriba lo puso abajo, el responsable de este desastre tiene que haber sido un prolongado y poderoso aguacero, que parece que es la única fuerza de la naturaleza con poder suficiente para modificar el aspecto de la tierra, incluso provocando el nacimiento de los continentes e islas que ahora conocemos.

Un cataclismo acuático de proporciones tan bíblicas, nunca mejor dicho, tiene que haber dejado no solo huellas físicas en la corteza terrestre sino recuerdos indelebles en la mente de todos los pueblos de la tierra que han ido apareciendo, ¿sucede así con el diluvio universal? Que hubo una inundación global lo dicen tanto los nativos de Australia como los de Mesopotamia, los de India, los de Rusia y más, todos estos distintos pueblos también coinciden en que hubo sobrevivientes humanos, y prácticamente todos ellos coinciden en que fue necesaria una gran embarcación para salvarse, ¿cómo pudieron haberse puesto de acuerdo gentes tan distintas y tan alejadas unas de otras, a menos que compartieran una historia común? Les diré una curiosidad al respecto: el símbolo chino para la palabra “barco” se compone de otros tres signos que por separado significan “embarcación” “ocho” y “boca”, juntos los tres el significado es barco.



Existe otro testimonio de un diluvio universal aparte del relato bíblico, es lo que conocemos como la Epopeya de Gilgamés, registrada en tablillas cuneiformes. Contiene algunas diferencias con respecto al relato bíblico, pero también es un reconocimiento de que alguna vez hubo un diluvio universal.

De modo que la búsqueda del Arca de Noé en el Ararat continúa, no es una búsqueda fácil porque la zona está sometida a tensiones políticas, pero si en alguna ocasión las condiciones son más tranquilas, es de esperar que con permiso de las autoridades turcas se pueda organizar una expedición internacional que definitivamente zanje la cuestión. Y si se encuentra el Arca de Noé ¿qué sucederá? ¿Creerá la gente más? ¿La convertirán en una especie de amuleto para hacer negocio en exhibiciones públicas? ¿La esconderán para que no cambie nada en cuanto a las creencias religiosas actuales? Seguiremos esperando respuestas a estas preguntas.       

 

sábado, 28 de enero de 2017

El Continente Perdido

 

Tal vez uno de los mitos más perdurables en el tiempo es el mito de la Atlántida, aquella súper isla con una civilización muy adelantada a su tiempo y que un día desapareció a causa de un desastre de proporciones bíblicas. Continúa tan vivo este tema en nuestro siglo XXI, que siguen celebrándose reuniones mundiales para dilucidar si de veras existió, dónde estaba y cómo desapareció. Permítanme explicar brevemente, amigos lectores, cual fue el origen de la Atlántida para todos aquellos lectores que no recuerden los detalles.

Es en los escritos de Platón (427 a.C. a 347 a.C.) que nos hemos enterado de la historia de la Atlántida, son sus diálogos de Timeo y Critias. Parece que Critias escuchó la historia a través de su abuelo, y que este, a su vez, se enteró mediante Solón, y que Solón supo de la Atlántida porque un sacerdote egipcio se la conto. Muchas personas diferentes y mucho tiempo como para que la historia no se haya ido adornando por el camino, ¿no les parece? Y sin embargo no estoy diciendo que la historia sea falsa, creo que esta historia tiene una buena base, que además guarda un notable parecido con algo que también cuenta la Biblia.

Una mayoría creen que el origen del mito se debió a la gigantesca explosión del volcán Santorini o Thera, que estalló en algún momento entre los años 1628 a.C. y 1627 a.C. y que hizo desaparecer casi toda la isla dejando tres islotes que no obstante son de tamaño considerable, en uno de ellos se excavó hace unos años una ciudad minoica que yo tuve el privilegio de visitar, su nombre es Akrotiri. Toda ella está completamente cubierta de ceniza, el color gris lo impregna todo, pero los arqueólogos no han hallado ni un solo esqueleto humano, eso les hace suponer que los habitantes de esta ciudad consiguieron huir antes del colapso final. Se piensa que estos minoicos quisieron olvidar el desastre, pero que en Egipto la idea del desastre se hizo persistente hasta que finalmente la noticia de la catástrofe llegó a oídos de Platón muchos años después.

Pero esto que acabo de decir es lo que piensan los investigadores del siglo XXI, porque el mito de la Atlántida, esa súper isla con una civilización muy avanzada que un buen día desapareció puede estar hermanada con un desastre todavía más antiguo y que se recoge en las páginas de la Biblia. Me explicaré. 
 


Hagamos gala de tener una mente abierta y fijémonos en las historias de Biblia, porque en cualquier caso las historias bíblicas merecen el mismo tratamiento que la historia de la Atlántida que cuenta Platón, ¿no les parece justo? Según la Biblia hubo una vez un diluvio universal (de este desastre en concreto y del arca de Noé ya hablaremos en otro momento) que duró cuarenta días seguidos de lluvias torrenciales, tuvieron que ser muchas miles de toneladas de agua sobre la corteza terrestre que, recordemos, flota sobre el magma derretido, un golpeo tan continuado y con tanto peso tuvo que quebrar aquella primitiva corteza terrestre y comenzar a formar los continentes e islas que hoy conocemos. No se espanten, esta idea no es tan descabellada. Nada más tienen con observar un mapa del mundo y comprobar cómo los perfiles de los continentes encajan como si fuera un rompecabezas, alguna vez comenzaron a separarse las partes y esa separación continua hoy en día a un ritmo casi imperceptible, lo cual significa que alguna vez todas las actuales masas terrestres estuvieron juntas, formando una súper isla gigante que se conoce con el nombre de Pangea. La representación que hacen algunos científicos del Pangea es aproximada, nadie puede saber con exactitud cómo fueron aquellos comienzos. La descripción de este cataclismo universal fue registrada en la Biblia, pero las masivas migraciones que luego se produjeron hacia distintas partes del mundo fueron portadoras de su propia versión de esta historia, sin que podamos descartar que se fueran añadiendo adornos al relato original.

Esto es lo que honestamente creo: sí, existió una súper isla gigantesca que se desmembró a causa del diluvio universal registrado en la Biblia, pero aquellos que buscan la Atlántida jamás la encontrarán porque buscan una isla literal independiente de los continentes e islas que conocemos en la actualidad, y no se les pasa por la mente que seguramente hemos estado caminando toda la vida sobre la llamada Atlántida o los restos que quedan de ella, de aquella súper isla gigante que una vez existió, sin habernos dado cuenta. En este caso se cumple un refrán que solemos utilizar en España, el refrán dice: “los árboles no te dejan ver el bosque”, esto significa que alguien no puede comprender el todo porque solo se está fijando en detalles pequeños.

Hasta mi próxima publicación, amigos lectores.

 

jueves, 26 de enero de 2017

Esperando a los dioses 4




No se puede precisar cuándo fue que llegaron los fenicios al Nuevo Mundo, pero si los fenicios fundaron su última colonia (Tartesos) en el Mediterráneo hacia el año 1000 a.C., eso quiere decir que a partir de ese año se pusieron a buscar nuevos horizontes, y en el caso que nos ocupa hicieron eso desde las islas Canarias, luego sucedió todo lo que ya hemos narrado en este blog.

Todo fue muy bien durante muchos años, los extraordinarios y astutos mercaderes fenicios debieron de hacer muchos viajes de ida y vuelta al Nuevo Mundo en busca de oro y mercancías exóticas, pero a cambio culturizaron a aquellos nativos y se sembró el germen de grandes civilizaciones que llegarían más tarde como los mayas, los incas y los aztecas. Todo parecía ir bien, pero de repente aquellos benefactores extranjeros decidieron que se tenían que ir irremediablemente, pero prometieron a las gentes que tanto los admiraban que volverían, esa fue la promesa de los fenicios. ¿Qué les sucedió a los fenicios para marcharse de forma tan brusca de unas tierras que los habían enriquecido? ¿Y por qué ya no volvieron nunca más? Para responder a estas preguntas tenemos que ir a Oriente Medio, es el año 332 a.C., y fijarnos en la ciudad capital de los fenicios, en Tiro.



Tiro era el principal puerto comercial de los fenicios y se componía de dos partes, la parte peninsular y la parte insular que era una islita a poca distancia de la costa, eso era la ciudad de Tiro en el siglo IV a.C. Hacia el año 600 a.C. esta ciudad entró en los planes de conquista del rey babilonio Nabucodonosor, los ejércitos del cual pusieron sitio a Tiro, un sitio que duró nada más y nada menos que 13 años, pero al final los babilonios se tuvieron que marchar chasqueados sin haber podido conquistar la parte insular de Tiro, los babilonios no habían sabido de qué manera llegar hasta la islita en donde se habían refugiado los que habitaban la parte peninsular de la capital, no obstante aquellos 13 años de asedio fueron un severo toque de atención para los fenicios. Imaginemos la situación: Comienza el largo asedio de los babilonios sobre la capital, en la parte insular de Tiro se habían refugiado todos los fenicios que habían sobrevivido, familias enteras. Ahora algún barco fenicio o varios, no sabemos, inician el viaje hacia el otro lado del Atlántico con la apremiante noticia de que Fenicia estaba siendo atacada por los babilonios, que las familias y posesiones de los fenicios que estaban entre los nativos de Centroamérica estaban siendo atacadas y en peligro de muerte, esto debió de causar una fuerte conmoción entre aquellos hombres, que llenos de pánico decidieron regresar todos ellos a su tierra de origen para defender a sus familias, pero una vez que hubiera pasado el peligro volverían. Así que todos ellos abandonaron aquellas nuevas y ricas tierras y finalmente llegarían a la Tiro insular, podían ver que en la costa todavía estaban los ejércitos babilonios pero inactivos e indecisos, hasta que después de varios años de asedio el enemigo se retiró definitivamente.



A los fenicios de la Tiro insular se les metió el miedo en el cuerpo, los paralizó, no sabían si el enemigo volvería o no ni cuándo lo podría hacer, y cesaron sus actividades viajeras más preocupados por organizar una buena defensa que por otras cosas, y parece que estas personas ya no volvieron a ocupar la parte peninsular de la capital, la cual dicho sea de paso continuaba con sus ruinas amontonadas allí y que los habitantes de la isla veían todos los días. Pasaron los años, para ser precisos transcurrieron más de dos siglos, ahora estamos en el año 332 a.C., y un nuevo peligro acechó a los fenicios que quedaban en la isla, un nuevo conquistador se plantó frente a la isla con su ejército, estamos hablando del gran Alejandro Magno. Parece que al principio Alejandro pretendió entrar en la Tiro insular pacíficamente y tomar posesión sin pelear, pero aquellos fenicios se negaron y comenzó la batalla. Alejandro se encontraba con el mismo problema con que se había encontrado Nabucodonosor dos siglos antes, el mar impedía que los macedonios corrieran hasta la isla y los isleños estaban relativamente a salvo, ¿qué haría ahora Alejandro? Pues sí, los ingenieros militares que llevaba Alejandro sí que supieron qué hacer, aunque en esta ocasión al ejercito del macedonio le acompañaban algunos barcos. Mientras los barcos macedonios distraían a las defensas de la ciudad, los macedonios que estaban en tierra cogieron todas las ruinas de la vieja Tiro y las fueron echando al mar poco a poco, y de ese modo construyeron una calzada que llegaba hasta las mismas murallas de la Tiro insular, finalmente, después de siete meses, se abrió brecha en los muros, que eran de 46 m. de altura. Además de los 8.000 militares muertos en batalla, se dio muerte como represalia a 2.000 cabecillas, y 30.000 habitantes de Tiro fueron vendidos como esclavos. Así llegó a su fin el poderío naval y comercial de los fenicios, ya nunca más volvieron a ser lo que habían sido y prácticamente desaparecieron de la historia. ¿Les parece a ustedes, amigos lectores, que estos hechos son suficiente motivo para que los fenicios hubieran abandonado precipitadamente la fuente de sus exóticas mercancías del otro lado del océano y ya no pudieran regresar nunca más? Pues eso es lo que sucedió, y los nativos del centro del Nuevo Mundo descubierto allende de los mares se quedaron esperando infructuosamente.

Esto tiene que haber sido de ese modo. Todos los países candidatos a ser aquellos hombres blancos y con barba que llegaron a Centroamérica procedentes del nacimiento del sol siguen existiendo hoy, todos menos uno, menos Fenicia. Ni árabes, ni egipcios, ni griegos, ni romanos, ninguno de ellos guardan memoria de que sus antepasados viajaran hasta el otro lado del Atlántico, ¿hubieran algunos de estos pueblos abandonado para siempre una fuente de riquezas como la que había al otro lado del océano?

Con el tiempo llegaron al Nuevo Mundo otros exploradores europeos, y como todos sabemos fueron muchos los barcos que volvieron a la vieja Europa cargados de oro, un oro que esta vez no recibieron como donación voluntaria sino como una apropiación más o menos forzosa. Esta es mi visión de lo que pudo haber acontecido, esperemos que alguna vez brille más luz sobe esta cuestión.

Esperando a los dioses 4


No se puede precisar cuándo fue que llegaron los fenicios al Nuevo Mundo, pero si los fenicios fundaron su última colonia (Tartesos) en el Mediterráneo hacia el año 1000 a.C., eso quiere decir que a partir de ese año se pusieron a buscar nuevos horizontes, y en el caso que nos ocupa hicieron eso desde las islas Canarias, luego sucedió todo lo que ya hemos narrado en este blog.
Todo fue muy bien durante muchos años, los extraordinarios y astutos mercaderes fenicios debieron de hacer muchos viajes de ida y vuelta al Nuevo Mundo en busca de oro y mercancías exóticas, pero a cambio culturizaron a aquellos nativos y se sembró el germen de grandes civilizaciones que llegarían más tarde como los mayas, los incas y los aztecas. Todo parecía ir bien, pero de repente aquellos benefactores extranjeros decidieron que se tenían que ir irremediablemente, pero prometieron a las gentes que tanto los admiraban que volverían, esa fue la promesa de los fenicios. ¿Qué les sucedió a los fenicios para marcharse de forma tan brusca de unas tierras que los habían enriquecido? ¿Y por qué ya no volvieron nunca más? Para responder a estas preguntas tenemos que ir a Oriente Medio, es el año 332 a.C., y fijarnos en la ciudad capital de los fenicios, en Tiro.


martes, 24 de enero de 2017

Esperando a los dioses 3




Con algunos diferentes matices, las viejas leyendas centroamericanas hablan de un personaje blanco y con barba que llegó sobre una serpiente emplumada o sobre un ave voladora, y al que más tarde llamaron Quetzalcoatl, este personaje o aquellos a los que él representaba les enseñaron a los nativos las artes científicas y artísticas. Los que vivimos en el siglo XXI nos tomamos estas leyendas centroamericanas como parte del folklore de esas gentes, pero ¿y si esas leyendas encierran algo más?

Imaginen ustedes, amigos lectores, lo siguiente. Unas gentes sencillas llevan siglos viviendo apaciblemente en un entorno al que se han adaptado, jamás han visto alguien diferente a ellos y por supuesto no saben qué es un barco. Un buen día alguien mira hacia el horizonte, hacia el naciente, y observa algo muy extraño: un objeto se acerca con algo que se mueve sobre él, y no se les ocurre otra cosa que comparar aquella extraña visión con algo emplumado que vuela y que agita sus alas. Acaban de ver su primer barco con sus velas agitadas por el viento. Pero ellos todavía no lo saben.



No tiene nada de extraño esta forma de describir algo que nunca han visto, felizmente tenemos otro caso mucho más cercano a nosotros y que podemos entender perfectamente. ¿Cómo llamaron los nativos americanos, los mal llamados indios, al primer tren que vieron? Lo llamaron “El Caballo de Hierro”, era la descripción más cercana a lo que ellos conocían, pero los que vivimos en el siglo XXI no decimos que eso sea una exageración folklórica sino una forma de describir lo que nunca habían visto. ¿Por qué no hacemos lo mismo cuando los nativos centroamericanos describen el probable primer barco que vieron y lo compararon con algo que volaba, que en realidad eran las velas del barco agitadas por el viento?



 No sabemos, pero a juzgar por los resultados posteriores aquellos primeros encuentros entre los nativos centroamericanos, que eran barbilampiños, con los extranjeros llegados desde el nacimiento del sol, que eran blancos y barbudos, fueron muy buenos. Allí encontrarían los extranjeros un metal al que los nativos no le daban tanta importancia, el oro, y en la parte de la península que luego llamaremos México encontraron los pavos reales, las mismas aves que los fenicios le llevaban al rey Salomón una vez cada tres años, sí, porque los pavos reales también son originarios a México. Pero aquello no fue un saqueo, aquello fue un intercambio de bienes y benefició a ambas partes. Los extranjeros barbudos les enseñaron a los nativos el arte de trabajar la piedra, recuerden que Salomón prefirió a los maestros canteros de Fenicia antes que a los arquitectos egipcios, también les enseñaron astronomía, cirugía, y cómo no, la costumbre religiosa de hacer sacrificios humanos, esto era típico de los fenicios. Posiblemente los fenicios establecieron alguna población permanente en alguna parte de Centroamérica, y de una tripulación a la otra tripulación se irían relevando en aquellas tierras tan lejanas, pues seguramente hacían esos viajes cada tres años y siempre traían ricas y exóticas mercancías, quién sabe durante cuántos siglos estuvieron haciendo estos viajes. ¿Cómo es que no trascendieron o casi no trascendieron estos viajes de los marinos y mercaderes fenicios? Como buenos comerciantes que eran intentaron mantener oculta la fuente de sus mercancías y no dijeron nada, y por si acaso hasta es posible que inventaran historias para amedrentar a los que tuvieran alguna intención de cruzar el océano. No sabemos desde cuando corrieron historias como las de que el mar era plano y si algún barco se acercaba al horizonte caía por un precipicio sin retorno, o que en aquellas inmensas aguas vivían monstruos marinos que devoraban a las embarcaciones y a quienes estuvieran en ellas. ¿Hicieron correr estas historias los fenicios? Tal vez.

El caso es que los marinos fenicios pudieron ir y venir al Nuevo Mundo muchas veces y siempre fue beneficioso para ambas partes, tanto que los nativos acabaron viendo a los visitantes que venían del nacimiento como si fueran dioses y los glorificaron en sus leyendas. Pero casi nada dura eternamente en esta vida, y los viajes de los fenicios al Nuevo Mundo terminaron abruptamente. De repente, los dioses blancos y barbudos les dijeron a los nativos que se tenían que ir, que se iban pero que volverían, pero ya no regresaron jamás. ¿Qué fue lo que obligó a aquellos extranjeros a marcharse tan urgentemente? ¿Y por qué razón ya no regresaron nunca más? La respuesta a estas preguntas será el contenido de mi próxima publicación.  

lunes, 23 de enero de 2017

Esperando a los dioses 2





Es el siglo XI antes de Cristo y nos encontramos en el Israel bíblico, en estos momentos está teniendo lugar una estrecha colaboración entre el pueblo israelita y sus vecinos del norte, los fenicios. El rey Salomón ha iniciado la construcción en Jerusalén de un templo dedicado a su Dios Jehová, y para realizar la obra ha elegido a los maestros canteros de Fenicia, 1ª Reyes 5:17,18; 6:7. Esta elección salomónica tiene su importancia puesto que su suegro era el faraón de Egipto, posiblemente Psusenes II, y de sobras conocemos las extraordinarias obras pétreas que nos dejaron los egipcios: Karnac, Abu Simbel, las mismas pirámides, por mencionar solo algunas, pero el rey Salmón eligió a los fenicios como proveedores. Los muchos bloques de piedra que se necesitaron para el templo de Jerusalén se cortaron a la medida en la misma cantera, y una vez en el lugar elegido solo se tuvieron que ir encajando sin que fuera necesario utilizar herramientas para hacer correcciones, todas las piedras llegaban perfectamente terminadas.

Los logros culturales de los fenicios fueron muchos y muy importantes, por eso sorprende que un pueblo tan adelantado fuera capaz de cometer actos de lo más atroces que nos podamos imaginar, pues ellos practicaban sacrificios humanos con sus propios hijos pequeños, de esta inhumana costumbre fueron advertidos los israelitas antes de comenzar la conquista de Canaán, Deuteronomio 12:31. 



Verdad es que hasta el día de hoy los arqueólogos no han hallado evidencia de estos sacrificios humanos en el Líbano, que anteriormente se conocía como Fenicia, pero sí que han encontrado esas evidencias en algunas de las colonias que fundaron los fenicios como por ejemplo en el gran Tófet de Cartago (la actual Túnez). Tuve el privilegio de visitar personalmente ese lugar y comprobar de primera mano las muchas lápidas con grabados de la diosa Tanit que hay en aquel antiguo cementerio, debajo de las cuales están enterrados los restos calcinados de aquellos miles de desgraciados bebés. Los arqueólogos han calculado que allí hay enterrados unos 80.000 mil niños cuyas edades oscilan desde recién nacidos hasta los dos o tres años de edad. Sí, de eso fueron capaces aquellos fenicios. Ahora la pregunta que nos podemos hacer es la siguiente: ¿allí a donde fueran aquellos fenicios dejarían también muestras de sus horribles prácticas religiosas?

Pero en primer lugar vayamos tras los pasos de aquellos exploradores fenicios que al llegar a Las Columnas de Hércules viraron hacia el sur para ir costeando África, tal vez aquel día fue un día claro. A lo lejos, mar adentro, verían el pico de una montaña que ahora sabemos que era el volcán llamado Teide, así supieron que hacia allí había tierra y hacia allí se dirigieron. Qué sucedió después no lo sabemos con exactitud, pero en una localidad llamada Guímar, en la isla de Santa Cruz de Tenerife, hay unos restos pétreos piramidales que posiblemente sean antiguos altares, esto sugiere que quienes fueran, tal vez los fenicios, permanecieron tiempo en las islas.

Pero supongamos que aquellos recién llegados fueran los marinos fenicios, ¿puede pensar alguien que estos exploradores, una vez en las islas, no se preguntaran qué había al otro lado del océano?. Es posible que ellos se fijaran en troncos u otros objetos que flotaban y eran arrastrados hacia el poniente, mar adentro, y se preguntaran que a dónde llegarían. Por lo tanto, bien fuera por accidente o con toda la intención, alguna embarcación fenicia se dejaría llevar por aquellos vientos y corrientes de las islas, lo que sucedió a partir de aquí cambio el curso de la historia.

Hagamos otro salto en el tiempo y en la distancia. Se piensa que el continente americano se fue poblando con la progresiva entrada de grupos humanos procedentes de Asia, y lo tuvieron que hacer cruzando el estrecho de Bering. Es notable la similitud entre los nativos del lado asiático y los nativos del lado americano. Estos grupos de gentes se fueron estableciendo allí en donde mejor les pareció en medio de aquella vasta tierra, una tierra espléndida llena de grandes bosques, lagos y mucha y variada fauna. Todos ellos quedaron aislados de su lugar de origen pero también quedaron aislados entre sí, por eso cada uno de estos grupos fueron desarrollando sus particulares características de identidad en lo que tiene que ver con su lenguaje, folklore, creencias, vestimenta, pero todos ellos compartían un estilo de vida sencillo adaptado al maravilloso entorno que les rodeaba.

Quién sabe cuánto tiempo permanecieron con esta forma de vida, pero casi de repente ocurrió algo en el centro del continente que lo cambio todo, hubo un estallido cultural de tal calibre que abrió una brecha insalvable con respecto a los nativos del norte y con respecto a los nativos del sur, ¿qué fue lo que pasó? Algunos de estos grupos humanos que se habían establecido en el centro del continente comenzaron a construir ciudades de piedra, llegaron a ser expertos en la astronomía, se hicieron diestros en la cirugía, desarrollaron las matemáticas, y también hicieron algo que no hacían ni en el norte ni en el sur, comenzaron a practicar sacrificios humanos. ¿Cómo fue posible este nivel de desarrollo? ¿Lo consiguieron ellos solos o les ayudó alguien? ¿Quién?

Los vientos alisios, en combinación con las corrientes de las Canarias, condujeron al almirante Colón hacia la isla que él llamó La Española (hoy Republica Dominicana y Haití), ya muy cerca de la península que luego conoceremos con el nombre de México. Lo mismo les tuvo que ocurrir siglos antes a los marinos fenicios que viajaban con sus excelentes barcos de vela, las fuerzas de la naturaleza les tuvieron que conducir a la misma zona del mar Caribe. ¿Observaron la llegada de estos marinos fenicios los nativos de aquellas tierras? ¿Hay algún informe al respecto?

 

sábado, 21 de enero de 2017





Según las leyendas de los nativos centroamericanos, una vez llegaron hombres blancos y con barba procedentes del nacimiento del sol y ellos les enseñaron a las gentes muchas maravillas y técnicas. ¿Quiénes pudieran haber sido estos visitantes extranjeros que con tanto respeto recuerdan los nativos? Pero eso no es todo. Con el tiempo los extranjeros barbudos repentinamente dijeron que se tenían que ir pero que regresarían. Nunca más volvieron. Pero los nativos se quedaron con la promesa que habían hecho sus benefactores del otro lado del océano, los esperaron y los esperaron. Tal vez por eso los primeros exploradores del Viejo Mundo que llegaron fueron recibidos como dioses, a Pizarro hasta le recibió una multitud indígena festivamente haciéndole ofrendas imaginándose que eran como los primeros extranjeros que tan buen recuerdo les dejaron, pero lamentablemente se equivocaron.

Posibilidades hay varias, yo quisiera hablar de una de ellas que está reflejada en las páginas del registro histórico de los antiguos hebreos, es decir, la Biblia.

Hacia el año 1030 a.C. reinaba en Israel el rey Salomón. Por diversas circunstancias este hombre llegó a atesorar grandes riquezas y conocimientos, se convirtió en un buen comerciante llegando a suministrar en exclusiva los famosos carros y caballos egipcios (1ª Reyes 10:28,29) puesto que el faraón de sus días (Psusenes II  ?) era su suegro. Casi al comienzo de su largo reinado, Salomón entabló relaciones comerciales con un pequeño vecino del norte cuya grandeza se tiene que medir en otros ámbitos, me estoy refiriendo a los fenicios.

Los logros de los fenicios fueron muchos y muy importantes, pero en lo que ellos sobresalieron fue en el arte de la navegación. Tenían buenos barcos porque también disponían de la mejor madera, de los cedros del Líbano, pero también eran muy buenos marineros. Aproximadamente hacia el año 1000 a.C. fundaron su última colonia en el Mediterráneo, Tartesos, en la península ibérica. Era de lo más natural que aquel que dominaba el comercio por tierra (Salomón en el año 1030 a.C.) se asociara con los que dominaban el comercio en todo el Mediterráneo que no eran otros que los fenicios, y la Biblia nos informa que el rey Salomón financiaba unos viajes muy especiales a sus vecinos fenicios, 2ª Crónicas 9:21. Las naves fenicias de Tarsis (España) viajaban por cuenta de Salomón una vez cada tres años, es decir, tres años entre la ida allí a donde fueran, la estancia y la vuelta, y cuando llegaba una nave se hacía a la mar otra. ¿A dónde iban los fenicios de modo que tardasen en total tres años? ¿Se han fijado ustedes en las mercancías que traían estos barcos una vez cada tres años? “… oro, plata, marfil, monos y pavos reales…”. La cantidad de oro que el rey Salomón recibió fue extraordinaria. Allí en donde los fenicios consiguieran tanto oro…, ¿es que los posibles habitantes de esa zona no pusieron impedimentos para que no se lo llevasen los fenicios? ¿Les regalaban el oro? Pero lo más interesante que los marinos fenicios traían cada vez que sus barcos llegaban de Tarsis eran los pavos reales. Se sabe que los pavos son originarios del sudoeste de la India, y también existen en el Congo, pero los fenicios los traían cada vez que regresaban de Tarsis (España).

Sí, el rey Salomón financiaba estos viajes de sus vecinos fenicios, pero nada impide que estos avezados comerciantes siempre mantuvieran oculta la fuente de sus mercancías y no fueran de Tarsis de dónde conseguían los pavos reales sino de otras tierras más lejanas, ¿de dónde, además de la India y el Congo?

Es sabido que algunos marinos fenicios cruzaron Las Columnas de Hércules y giraron hacia las Islas Británicas y que otros marinos fenicios giraron para costear África. Supongamos que aquel era un día claro, en un día así, ayer igual que hoy, desde la costa africana se pueden ver las Islas Canarias, aquellos fenicios las verían y y sin duda que hacia ellas fueron.

Piensen en lo siguiente. Si nunca nadie antes de Colón había cruzado el Atlántico, daba lo mismo iniciar la travesía desde Escocia, desde Francia o desde Portugal, pero no, Colón comenzó su travesía desde las Canarias, ¿por qué desde allí? Ustedes saben que en las Canarias soplan los alisios hacia el oeste, y que en las islas también existe una fuerte corriente marina que va en la misma dirección, ¿cómo podía saber Colón que ese lugar era el mejor para la travesía? ¿Sabía Colón algo que no sabían los demás mortales? Lo cierto es que en el día a día del diario de navegación de Colón él va engañando a sus tripulaciones, casi cada día está anotando que han navegado menos millas marinas de las que realmente han recorrido, es como si no quisiera que nadie supiera a qué distancia estaba el lugar hacia el que él iba, porque seguro que Colón sabía a dónde iba.

Estos conocimientos de navegación pudieron irse gestando durante mucho tiempo siglos antes de Colón, debieron permanecer casi en el anonimato pero algunas filtraciones se tuvieron que producir, y para vislumbrar algo de luz sobre esta cuestión debemos de conocer un poco mejor a los socios de comercio del rey Salomón de Israel, de esto hablaremos en mi próxima publicación.

martes, 17 de enero de 2017




Tell el-Amarna fue la ciudad capital del faraón Akenatón, solo él y su corte vivieron allí, luego el lugar fue paulatinamente abandonado y las ruinas acabaron sepultadas por las arenas del desierto. Pero entre sus ruinas se han realizado algunos interesantes descubrimientos, por ejemplo el hermoso busto de la reina Nefertiti que actualmente se conserva en Berlín, eso y unas 379 tablillas escritas en cuneiforme por algunos reyes de Canaán y de Siria, algunas de estas cartas fueron dirigidas al faraón que en aquel momento estaba gobernando, fueron dirigidas a Akenatón. Son estas cartas dirigidas a Akenatón las que provocan interés, sí, porque estas cartas se están quejando al faraón de las incursiones o razias que están llevando a cabo unas gentes a las que los reyes cananeos llaman “habirú”. Muchos eruditos han intentado identificar a estos enigmáticos habirú con la conquista de Canaán que protagonizó el pueblo israelita, pero eso no parece nada plausible dado que los israelitas hicieron verdaderas guerras, mientras que los habirú solo protagonizaron razias y nada más que eso.

¿Así que quiénes pueden haber sido los misteriosos Habirú de los que hablan las cartas de los reyes cananeos dirigidas a Akenatón? Si el faraón Akenatón y el bíblico José fueron contemporáneos, ¿se enteraría el primer ministro hebreo de lo que decían esas cartas? Como el segundo en el poder que era por nombramiento real, José tendría que haber tenido acceso a la correspondencia que llegaba a palacio, así que es razonable pensar que José sí conociera lo que decían aquellas cartas, pero nada en la Biblia indica que entrara algún tipo de nerviosismo en él o en la corte, ¿por qué no?

No, los habirú no eran los israelitas durante su conquista de Canaán, pero esas gentes llamadas habirú en las cartas de Tell el-Amarna sí que podrían haber tenido relación directa con los patriarcas de las incipientes tribus de Israel, ¿les sorprende esta declaración? Verán, tenemos a José que ya hace años que está ejerciendo como primer ministro de Egipto, pero por las tierras de Canaán todavía estaban viviendo como nómadas su padre Jacob y todos sus hermanastros, aquellos que lo habían vendido a una caravana de mercaderes que marchaban a Egipto. Jacob, sus hijos y sus nietos nunca se integraron con las pequeñas ciudades estado, con los pequeños reinos que estaban diseminadas a lo largo y ancho de Canaán, ellos siempre vivieron en tiendas de campaña, pero en una ocasión el campamento de Jacob acampó al lado de una importante ciudad estado que se llamaba Siquem con el propósito de adquirir algunas mercancías necesarias.

En una vida de nómadas me imagino que se lleva una vida relativa de aislamiento, poco contacto con los demás, y menos en aquellos tiempos en que la población no era tan numerosa. En el campamento de Jacob también había gente joven, entre ellos la hija pequeña del propio Jacob llamada Dina, y en cuanto la muchacha vio que en la ciudad había otras jóvenes como ella en seguida entabló amistad con ellas, podríamos pensar que eso era algo lógico ¿verdad? Según nuestra mentalidad del siglo XXI diríamos que sí, pero aquella relación amistosa entre Dina y las muchachas de la ciudad dieron paso a sucesos dramáticos.

Parece que Dina, la hija menor de Jacob, entró y salió de la ciudad en varias ocasiones, y eso posibilitó que el príncipe de la ciudad, que también  se llamaba Siquem, se fijara en la muchacha y acabó forzándola, luego sí, luego el príncipe cananeo manifestó su deseo de casarse con Dina, pero los hermanos de ella, Simeón y Leví, se sintieron profundamente agraviados por el cananeo y tramaron una venganza. Simularon aceptar la proposición del príncipe Siquem pero pusieron una condición: todos los hombres de la ciudad se tendrían que circuncidar, y ellos aceptaron.

Cuando todos los hombres de la ciudad estaban convalecientes y, por lo tanto, indefensos, Simeón, Leví y tal vez algunos sirvientes que les acompañaron entraron en la ciudad y pasaron a cuchillo a todos los hombres y saquearon todos los bienes materiales de la ciudad. Todo esto lo habían hecho Simeón y Leví sin el conocimiento del anciano Jacob, y resulta muy interesante lo que dice Jacob cuando se entera del atropello que habían cometido sus hijos: “Ante aquello, Jacob dijo a Simeón y a Leví: “Me han acarreado extrañamiento, haciendo de mí un hedor a los habitantes del país, para los cananeos y los perizitas; mientras que yo soy pocos en número, y ellos ciertamente se reunirán contra mí y me asaltarán y tendré que ser aniquilado, yo y mi casa”. A su vez, ellos dijeron: “¿Había alguien de tratar a nuestra hermana como a una prostituta?... Después de eso partieron, y el terror de Dios vino a estar sobre las ciudades que estaban en derredor de ellos, de modo que no corrieron tras los hijos de Jacob”, Génesis 34:30,31; 35:5.

De modo que el anciano Jacob estaba convencido de que todos los que habitaban en Canaán le perseguirían a él y a su campamento para vengarse, pero algún terror morboso paralizó a las demás ciudades del lugar y no iniciaron ninguna persecución. Ahora bien, ¿y si los habitantes de las demás ciudades cananeas tuvieron la ocurrencia de escribir y pedir socorro al faraón de Egipto exagerando un poco, puesto que desde siempre los egipcios habían sido la potencia dominante en la zona? ¿Pudieron ser estas cartas aquellas que siglos más tarde se encontraron en Tell el-Amarna? La idea resulta seductora.

El primer ministro egipcio José tuvo que leer esas cartas, además, no parece probable que se hubiera dejado de interesar por su familia que siguió viviendo en Canaán, y las caravanas de mercaderes que iban y venían irían transmitiendo informes de cuál era la situación en Canaán, todo ello permitió que en Egipto vieran que la situación no era grave, y hasta puede que el propio José reconociera rasgos familiares en la información que le iba llegando. El resultado final fue que el socorro solicitado por los reyes cananeos jamás se puso en marcha, no hay ninguna constancia de que eso se hiciera.

Estamos de acuerdo en una cosa, los habirú no pudieron ser los israelitas en su conquista de Canaán, pero nada se opone a que esos llamados habirú fueran los hermanastros de José cuando atacaron y saquearon la ciudad de Siquem (Canaán) durante el reinado del faraón Akenatón.

No hay ningún otro faraón en el que coincidan todos los datos de los que aquí hemos hablado, solo Akenatón reúne esas características. Pues bien, habiendo dicho todo lo que hemos dicho sobre este tema un servidor da por terminado esta cuestión, pero seguirán otros temas. Yo invito a quienes hayan leído mis artículos a que den algún comentario en el sentido que crean conveniente, que no se priven de hacer preguntas, eso nos enriquecerá a todos. 

lunes, 16 de enero de 2017




Hay más paralelismos entre el faraón Akenatón y el José de la Biblia, si es una simple casualidad júzguenlo ustedes, amigos lectores, pero un servidor cada vez está más convencido de que estos dos hombres sí que fueron contemporáneos y convivieron en la corte.

El recién nombrado primer ministro del faraón Akenatón, José o quizás Smenkare, comenzó su labor recorriendo todo el país según el registro bíblico, Génesis 41:46. Era de lo más lógico que José quisiera comprobar cuál era la situación del país puesto que estaban a siete años vista de la hambruna que asolaría todo Egipto y más, y él necesitaba conocer de primera mano cuáles eran las posibilidades de enfrentarse el grave problema que se avecinaba.

No puede haber pasado inadvertido para nadie, pero déjenme decirles que en Egipto existe una antiquísima obra pública que todavía en el siglo XXI sigue en pleno funcionamiento, es un canal que está en la orilla occidental del río y que lleva el agua del Nilo hasta una región que conocemos con el nombre de Fayun. Esta es una región muy fértil y productiva pero que ya lo era en la antigüedad, ¿y saben cuál es su nombre? Desde siempre se le ha conocido con el nombre de Bahr Yusuf, que traducido significa “Canal de José”. En Egipto todo el mundo está convencido de que fue mandado construir por José, ¿qué les parece?

Gracias al registro histórico de la Biblia sabemos que durante aquellos primeros siete años de la gestión de José hubo una gran productividad en los campos de todo Egipto, tanto a lo largo de sus orillas como en el delta y en el Fayun, y que se llevaron minuciosos registros de todo cuanto se producía, pero resultó ser tanta la producción de cereales que simplemente se fueron llenando los silos y se dejó de llevar la cuenta, Génesis 41:47-49. Seguramente los silos se colocaron en lugares estratégicos del país.

Acabaron los siete años de generosa producción agrícola y comenzó la hambruna prevista, y todo empezó porque las aguas del Nilo dejaron de producir las anuales y esperadas inundaciones. Hay que decir que cada año y desde tiempos inmemoriales, desde julio hasta septiembre, las aguas del Nilo lo abnegaban todo pero nadie se sentía contrariado en lo más mínimo, porque cuando las aguas finalmente se retiraban dejaban en el suelo una riquísima capa de fertilizante natural que permitía recoger anualmente hasta tres cosechas del mismo producto. Luego los agrimensores volvían a establecer los lindes de propiedad y todo el mundo satisfecho. Pero cuando dieron comienzo los años siete de sequía comenzaron los problemas, primero para los pueblos vecinos y luego para los propios egipcios, Génesis 41:53,54.

En Egipto ha habido periodos de uno o dos años sin inundaciones, pero un periodo de siete años seguidos de falta de inundaciones del río sería una cosa excepcional, ¿guardaría alguien en Egipto registro de semejante desastre natural? Pues aunque a algunos les pueda sorprender sí, sí que tomaron nota de semejante calamidad, pero…



Durante mi primer viaje a Egipto, y mientras nos dirigíamos a visitar un poblado nubio, solicité que expresamente me llevaran a visitar una islita que teníamos muy cerca, el nombre de la isla es Sehel. En esa isla hay un grupo de rocas en las cuales algunos antiguos egipcios fueron escribiendo datos conmemorativos, una de esas rocas, la que ven ustedes en la fotografía, contiene un largo jeroglífico que conmemora que por una vez el río Nilo no causó sus anuales inundaciones durante siete años seguidos, siete años continuos, esta estela es conocida con el nombre de “Estela del hambre”. No obstante hay algo chocante con respecto a este documento pétreo, y es que los egiptólogos dicen que fue escrita durante el siglo III antes de Cristo pero que hace referencia a un suceso que ocurrió durante la gobernación de un faraón de la III dinastía llamado Zoser (2.665 a 2645 a.C.), ¡más de 2600 años antes!

Es evidente que un suceso tan extraordinario como lo era la falta de inundaciones durante siete años seguidos no podía pasar inadvertido, ¿pero fue manipulada cronológicamente la época en que sucedió para que no coincidiera con lo que los judíos de Alejandría habían escrito en el siglo III a.C. en la famosa versión bíblica llamada SEPTUAGINTA? Si los mismos egipcios mencionaron un único caso en el que el Nilo no causó inundaciones por siete años seguidos, ¿será el mismo caso del que habla la Biblia? En cualquiera que fuera el caso, la “Estela del hambre” egipcia demuestra que el registro bíblico no exageraba cuando registró que no hubo inundaciones durante siete años seguidos.   

Finalmente, la pertinaz hambruna acabó afectando a todo el pueblo egipcio y el primer ministro José tomó una decisión trascendental, trasladaría a toda la población egipcia desde un extremo del país hasta el otro extremo, Génesis 47:21. Esto tenía su lógica. Pondría a la población mucho más cerca de donde estaban los silos de cereales y en terrenos de más fácil acceso para todos. Este traslado humano de envergadura guarda un interesante paralelismo con algo que sucedió durante el reinado de Akenatón.

Es conocido que durante el reinado de Akenatón toda la población egipcia fue llevada desde un lado del país hasta el otro lado, pero los egiptólogos no saben cuál fue el motivo. Especulan con que se tuvo que hacer alguna gran obra pública pero no saben cuál o qué. Muy interesante.

He dejado para el final de esta historia el paralelismo que me parece más notable de todos, pero ese lo comentaré en mi próxima publicación y tiene que ver con las enigmáticas cartas de Tell el-Amarna.

 

 

 

 

sábado, 14 de enero de 2017


Entre la historia del faraón Akenatón y la historia del José de la Biblia encontramos algunos paralelismos interesantes. En mi anterior publicación estuvimos revisando algunos acontecimientos de la vida de Akenatón, ahora haremos lo mismo con el José de la Biblia y puede que nos sorprendamos.

El bíblico José estaba en prisión en el momento en que el faraón reclama su presencia, y para no extenderme excesivamente les indico en qué lugar pueden ustedes leer toda la historia del hebreo José y saber el motivo por el que José acabó en prisión, Génesis 35:25-28,36; 39:1-23. Nosotros comenzaremos desde el momento en que José está en prisión.

Allí se encontró con dos altos funcionarios del faraón que habían sido echados en prisión, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, ellos tuvieron unos sueños cada uno y José les explicó el significado y resultó ser tal como José les dijo, el jefe de los coperos fue restablecido a supuesto junto al faraón pero el jefe de los panaderos fue ejecutado. ¿Por qué fueron echados en prisión estos dos altos funcionarios del faraón? ¿Y por qué el jefe de los panaderos fue ejecutado? No sabemos, la Biblia no lo indica, pero sigamos para buscar una respuesta.

Akenatón ha tenido unos sueños que le causan mucha inquietud, parece que este faraón solía tener episodios de estos, entonces se entera de que José puede explicarle el significado y lo manda llamar. Una vez satisfecho el faraón con la respuesta premia del siguiente modo a José: “De modo que Faraón dijo a sus siervos: “¿Podrá hallarse otro hombre como este en quien está el espíritu de Dios?”. Después Faraón dijo a José: “Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan discreto y sabio como tú. Tú estarás personalmente sobre mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá sin reserva. Solo en cuanto al trono seré yo más grande que tú”. Y añadió Faraón a José: “Mira, de veras te coloco sobre toda la tierra de Egipto”. Con eso se quitó Faraón su anillo de sellar de su propia mano y lo puso en la mano de José, y lo vistió con prendas de vestir de lino fino y le colocó un collar de oro alrededor del cuello. Además, hizo que fuera montado en el segundo carro de honor que tenía, para que clamaran delante de él: “¡Avrekj!”, y así lo puso sobre toda la tierra de Egipto”, Génesis 41:38-43.



Fijémonos en las palabras “… Solo en cuanto al trono seré yo más grande que tú…”. ¿Es que en ese momento Akenatón no tenía reina? ¿No sería la desaparición de la reina el motivo por el que el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos habían sido echados en prisión, y la razón de que uno de ellos fuera ejecutado? ¿Un delito lo suficientemente grave como para merecer la muerte?

Buena parte del misterio se resolvería si la momia de Nefertiti se hubiera encontrado, o tal vez sí que se ha encontrado pero la lucha moderna de egos mantiene ofuscado el hallazgo, me explicaré.

En la tumba KV-35 del Valle de los Reyes, la tumba que perteneció al faraón Amenofis II, fueron encontradas tres momias ocultas en una sala tapiada y disimulada; la momia de la mujer mayor ya ha sido identificada como la reina Tiyi, madre del faraón Akenatón, luego tenemos la momia de un muchacho joven que muy bien podría haber sido el hermano mayor de Akenatón del que no conocemos el nombre, y la tercera de las momias es la que suscita toda nuestra atención, es la momia de una mujer joven procedente de Amarna, ¿pero quién es?

Hace unos años la Dra. Johan Flecher realizó unas interesantísimas investigaciones en la misma tumba, especialmente sobre la momia de la mujer joven, y la Dra. concluyó que aquella mujer joven tenía todos los números para ser la reina Nefertiti, pero como ella llego a esas conclusiones a espaldas del todopoderoso Sr. Zahí Hawass, él se negó a reconocer la identidad de aquella momia.

Entre otras cosas, el examen del cuerpo de la mujer joven  demostró que a la difunta le habían asestado en vida una mortal puñalada en su costado izquierdo, ¿quién y por qué odiaron hasta ese extremo a esta mujer de unos 35 años de edad? Es fácil comprender que si ella no era egipcia, y si ella había apoyado inequívocamente la herejía de Akenatón, alguien, principalmente el clero de los demás dioses tradicionales, alguien había buscado el modo de quitarla de en medio y eso hicieron. ¿Era este delito el que hizo que el jefe de los panaderos fuera ejecutado por considerarlo culpable? Pero esto por sí solo no identificaría al faraón de los días de José con Akenatón. Sigamos con nuestro examen. 

Las mismas palabras bíblicas que están citadas un poco más arriba nos informan de que José irrumpe en la corte repentinamente, del mismo modo que parece que lo hiciera el mencionado Smenkare, puesto que él solo era un esclavo al servicio de otro hombre, pero que ahora el faraón había querido hablar con él, y de la sala del trono José sale nombrado Gran Visir de Egipto que portaba en su mano el mismo anillo de sellar del faraón. Según el registro bíblico, el faraón (Akenatón ?) unió en matrimonio a José con la hija del sacerdote de On (Heliópolis) llamado Potifera (Génesis 41:45), y es en esta ciudad en donde vivía parte de la familia de Akenatón. De modo que José no solo emparentó con el poderoso sacerdocio egipcio sino que probablemente emparentó con el mismísimo faraón, recordemos que los abuelos maternos del faraón eran el sacerdote Juya y la Sra. Tui de Heliópolis, y el sacerdote Potifera, suegro de José, podría haber sido algún descendiente del sumo sacerdote Juya. ¡Increíble! Todo quedaba en familia.

 

 

 

jueves, 12 de enero de 2017


Amenofis IV, o Akenatón como él se llamó a sí mismo, o “el faraón hereje” tal como parece que le conocía su propio pueblo. ¿Quién era este soberano? ¿Qué cosas hizo durante su reinado? ¿Por qué le llegaron a llamar despectivamente el hereje?

El joven Amenofis tuvo una infancia desgraciada, parece que tuvo algún tipo de rechazo o repudio familiar por parte de sus padres, con lo que pasó buena parte de su infancia y juventud con sus abuelos maternos, el sacerdote Juya de Heliópolis y la Sra. Tui, la cual era de origen semita. Tal vez la causa de su repudio paterno era que el muchacho se apartaba del canon de belleza que imperaba en aquellos momentos, eso es lo que muchos han concluido al contemplar sus retratos realistas en el Museo de El Cairo, con sus caderas casi femeninas, con sus ojos achinados y extremidades largas y finas, algunos doctores han concluido que este faraón sufría de “lipodistrofia muscular progresiva” y del llamado “síndrome de Marfan”. Si estas deformidades las tuvo desde el nacimiento puede entenderse un poco el porqué del rechazo paterno. Sus reales padres no tuvieron otra ocurrencia que mandar al pobre niño con sus abuelos maternos para alejarlo de la vida pública en palacio, pero al hacer esto pusieron al futuro faraón en situación de hacer las dos cosas por las que Akenatón será recordado para siempre en la historia: la supuesta invención del monoteísmo y la introducción de un estilo de retratos realistas. Hablemos brevemente de estas dos cruciales iniciativas de Akenatón.

Es razonable que pensemos que Akenatón acabó sabiendo la razón de su exclusión social por parte de sus padres, sus deformidades físicas, de manera que cuando ya era un faraón coronado y nadie le podía contradecir se hizo retratar de forma realista, tal cual era, ahora todos le tendrían que aceptar con sus deformidades físicas y todo. Lo suyo parece que fue como una especie de rebelión contra el injusto trato paterno recibido.

¿Pero cómo pudo Akenatón llegar a concebir el monoteísmo en un país que adoraba a cientos de dioses tradicionales? De nuevo los culpables fueron sus padres, los reyes de Egipto, ellos fueron los culpables porque se desprendieron de su hijo pequeño y lo enviaron con sus abuelos maternos, recordemos que su abuela era de origen semita. Cuántas tardes se las pasarían abuela y nieto hablando de los orígenes de ella allá, en la lejana Mesopotamia, la mujer le contaría como eran sus costumbres, cuáles eran sus creencias, cómo era la tierra en la que había nacido, etc. Los semitas creían en un único Dios, aunque muchas de las familias se auxiliaban de pequeños ídolos que a su vez les servían como pruebas de la herencia a recibir. Toda esta información fue encontrando acomodo en la mente de un jovencito necesitado de cariño y atención, y en él creció un nuevo concepto religioso: la adoración de un único dios al que el muchacho le puso el nombre de Atón, y cuando fue coronado como faraón implantó este nuevo concepto religioso en todo el país, aunque no por ello actuó contra los dioses tradicionales.  



Nuestro faraón se unió en matrimonio con la hermosa Nefertiti, cuyo nombre significa “la bella que viene”, lo cual podría significar que esta mujer no era egipcia, pero sí que hizo causa común con la nueva idea religiosa de su esposo. Akenatón y Nefertiti tuvieron seis hijas, pero probablemente también tuvo relaciones con otras segundas esposas, una de las cuales fue la madre de Tutankatón.
Akenatón se trasladó a vivir a un lugar conocido hoy con el nombre de tell-El-Amarna, en medio del desierto, junto a la orilla oriental del río Nilo, aquella fue la nueva capital que se hizo construir y solo ha sido habitada por él, a su muerte el lugar fue gradualmente abandonado y hoy sus ruinas están bajo las arenas del desierto.
Aunque hay varias corrientes de pensamiento, una de ellas (de los egiptólogos) es que en algún momento Nefertiti desaparece de la vida pública, no se puede precisar qué es lo que le sucedió a la reina, algo extraño sucedió, hay quienes piensan que esta mujer acabó regresando a su país de procedencia pero otros piensan que fue asesinada por el apoyo a las ideas heréticas de su esposo Akenatón.
En algún momento del reinado de Akenatón aparece un enigmático personaje conocido con el nombre de Smenkare, y que al parecer ejerció casi como de corregente del faraón. Se supone que se casó con la hija mayor de Akenatón, con Mat-Atón, pero que tal como apareció en la vida del rey del mismo modo desapareció de la vida pública, sin dejar rastro.
 
Otra cosa notable hizo Akenatón. Se sabe que durante su reinado toda la población fue traslada desde un extremo del país hasta el otro pero tampoco se conoce por qué, los egiptólogos piensan que fue para realizar alguna obra pública importante pero no pueden precisar qué.
Y durante el reinado de Akenatón, el soberano recibió una serie de cartas de reyes cananeos pidiéndole socorro por causa de unas gentes que correteaban por el país y no cesaban de cometer razias, que no verdaderas guerras. Estas cartas fueron encontradas entre las ruinas de tell-El-Amarna. No hay constancia de que la ayuda solicitada se pusiera en marcha alguna vez. 
Esto es a grandes rasgos lo que se puede decir de este faraón, pero curiosamente tiene cierta similitud con la historia que cuenta la Biblia durante la época del primer ministro de Egipto que conocemos con el nombre de José, así que ahora hablaremos de José mientras hacemos unos interesantes paralelismos con lo que sabemos sobre Akenatón, de esto es de lo que voy a hablar en mi próxima contribución al Blog “La Aventura de la Historia”.

 
Antes de proseguir creo conveniente recordar a los amigos lectores que en algunos casos no se tiene información personal sobre lo que hicieron determinados faraones, y que en la mayoría de los demás faraones la información que nos ha llegado es fragmentada, con lo cual muchas de las conclusiones de los expertos son solo suposiciones, suposiciones más o menos bien encaminadas pero solo eso, suposiciones. Teniendo esto en cuenta, pasaremos a considerar brevemente los reinados de los siguientes faraones y la duración de los mismos, aunque de Menefta I y de Ramsés II ya hemos hablado anteriormente.
 
Menefta I                      
Ramsés II
 
Seti I es el faraón que esclavizó al pueblo de Israel que en aquel entonces residían en la región llamada GÓSEN, en el delta oriental del Nilo, Génesis 47:5; Éxodo 1:8-11. Parece ser que este faraón solo gobernó durante 15 años.
Ramsés I no tuvo incidencia alguna en relación con el pueblo de Israel, además, quizás solo reinó por 1 año o poco más.
Horemheb comenzó siendo un poderoso general bajo el mandato del faraón Akenatón, pero le desesperaba la inoperancia militar de Akenatón. Durante los mandatos de los siguientes dos faraones (Tutankamón y Ay) parece que se desató una lucha por el poder, siendo finalmente Horemheb quién salió vencedor. Él fue el fundador de la familia real que llevó el nombre de Ramsés. Es posible que durante estos acontecimientos el anteriormente primer ministro, José, se hizo a un lado para no verse involucrado en una lucha que ya no era la suya y se retiró a vivir en su hacienda de la ciudad de Heliópolis (On) donde también residía su familia política, Génesis 41:45, y allí fue donde él falleció a la edad de 110 años.
Ay era un sacerdote que tuvo mucha influencia especialmente en la corte del joven faraón Tutankamón, finalmente se hizo con el poder y se sentó en el trono gobernando durante cinco años aproximadamente con el mismo nombre, Ay.
Ahora tenemos al joven Tutankatón. Sí, no me he confundido de nombre, lo que sucede es que el hijo varón de Akenatón fue sentado en el trono siendo un niño y llevando el nombre del dios de su padre Tutank-Atón. El hecho de que posteriormente este joven faraón fuera conocido con el nombre de Tutankamón, Tutank-Amón, solo es una muestra de la lucha religiosa que se había desatado en Egipto. Puede que por sí mismo, o más probable por imposición del clero (la sombra del sacerdote Ay no debía de estar muy lejos), pasó a llamarse con el nombre del dios tradicional Amón en detrimento del dios Atón “inventado” por su padre Akenatón.
José ya se había apartado de la escena y permaneció ajeno a las intrigas que estaban teniendo lugar. Tutankamón murió cuando apenas contaba 18 años, y no está muy claro si murió en un accidente de caza o fue asesinado. Como curiosidad de este joven faraón, digamos que su tumba fue una de las dos tumbas de faraones encontradas intactas, con todos sus tesoros dentro y con la momia del faraón en sus respectivos ataúdes. Y llegamos al faraón que verdaderamente nos interesa, Amenofis IV, que a sí mismo se llamó Akenatón, y que popularmente debió de ser conocido como “el faraón hereje”.
Hasta aquí ya llevamos aproximadamente unos 150 años o más y no pasaremos de Akenatón. Sí, porque Amenofis III, padre del faraón Akenatón, reinó por espacio de unos 37 años, y con los años que él estuvo gobernando ya nos pasamos de los 160 años que median entre Moisés y José, pero nada de lo que se conoce durante su reinado hace sospechar que él tuviera algo que ver con las gentes semitas, en cambio su hijo heredero al trono sí tal como veremos. Mi siguiente publicación será sobre el faraón Amenofis IV o Akenatón, como prefieran los lectores.