No se puede precisar cuándo fue
que llegaron los fenicios al Nuevo Mundo, pero si los fenicios fundaron su
última colonia (Tartesos) en el Mediterráneo hacia el año 1000 a.C., eso quiere
decir que a partir de ese año se pusieron a buscar nuevos horizontes, y en el
caso que nos ocupa hicieron eso desde las islas Canarias, luego sucedió todo lo
que ya hemos narrado en este blog.
Todo fue muy bien durante muchos
años, los extraordinarios y astutos mercaderes fenicios debieron de hacer
muchos viajes de ida y vuelta al Nuevo Mundo en busca de oro y mercancías
exóticas, pero a cambio culturizaron a aquellos nativos y se sembró el germen
de grandes civilizaciones que llegarían más tarde como los mayas, los incas y
los aztecas. Todo parecía ir bien, pero de repente aquellos benefactores
extranjeros decidieron que se tenían que ir irremediablemente, pero prometieron
a las gentes que tanto los admiraban que volverían, esa fue la promesa de los
fenicios. ¿Qué les sucedió a los fenicios para marcharse de forma tan brusca de
unas tierras que los habían enriquecido? ¿Y por qué ya no volvieron nunca más?
Para responder a estas preguntas tenemos que ir a Oriente Medio, es el año 332
a.C., y fijarnos en la ciudad capital de los fenicios, en Tiro.
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