Según las leyendas de los nativos
centroamericanos, una vez llegaron hombres blancos y con barba procedentes del
nacimiento del sol y ellos les enseñaron a las gentes muchas maravillas y técnicas.
¿Quiénes pudieran haber sido estos visitantes extranjeros que con tanto respeto
recuerdan los nativos? Pero eso no es todo. Con el tiempo los extranjeros
barbudos repentinamente dijeron que se tenían que ir pero que regresarían.
Nunca más volvieron. Pero los nativos se quedaron con la promesa que habían
hecho sus benefactores del otro lado del océano, los esperaron y los esperaron.
Tal vez por eso los primeros exploradores del Viejo Mundo que llegaron fueron
recibidos como dioses, a Pizarro hasta le recibió una multitud indígena
festivamente haciéndole ofrendas imaginándose que eran como los primeros
extranjeros que tan buen recuerdo les dejaron, pero lamentablemente se
equivocaron.
Posibilidades hay varias, yo
quisiera hablar de una de ellas que está reflejada en las páginas del registro
histórico de los antiguos hebreos, es decir, la Biblia.
Hacia el año 1030 a.C. reinaba en
Israel el rey Salomón. Por diversas circunstancias este hombre llegó a atesorar
grandes riquezas y conocimientos, se convirtió en un buen comerciante llegando
a suministrar en exclusiva los famosos carros y caballos egipcios (1ª Reyes
10:28,29) puesto que el faraón de sus días (Psusenes II ?) era su suegro. Casi al comienzo de su
largo reinado, Salomón entabló relaciones comerciales con un pequeño vecino del
norte cuya grandeza se tiene que medir en otros ámbitos, me estoy refiriendo a
los fenicios.
Los logros de los fenicios fueron
muchos y muy importantes, pero en lo que ellos sobresalieron fue en el arte de
la navegación. Tenían buenos barcos porque también disponían de la mejor
madera, de los cedros del Líbano, pero también eran muy buenos marineros.
Aproximadamente hacia el año 1000 a.C. fundaron su última colonia en el
Mediterráneo, Tartesos, en la península ibérica. Era de lo más natural que
aquel que dominaba el comercio por tierra (Salomón en el año 1030 a.C.) se
asociara con los que dominaban el comercio en todo el Mediterráneo que no eran
otros que los fenicios, y la Biblia nos informa que el rey Salomón financiaba unos
viajes muy especiales a sus vecinos fenicios, 2ª Crónicas 9:21. Las naves
fenicias de Tarsis (España) viajaban por cuenta de Salomón una vez cada tres
años, es decir, tres años entre la ida allí a donde fueran, la estancia y la
vuelta, y cuando llegaba una nave se hacía a la mar otra. ¿A dónde iban los
fenicios de modo que tardasen en total tres años? ¿Se han fijado ustedes en las
mercancías que traían estos barcos una vez cada tres años? “… oro, plata,
marfil, monos y pavos reales…”. La cantidad de oro que el rey Salomón recibió
fue extraordinaria. Allí en donde los fenicios consiguieran tanto oro…, ¿es que
los posibles habitantes de esa zona no pusieron impedimentos para que no se lo
llevasen los fenicios? ¿Les regalaban el oro? Pero lo más interesante que los
marinos fenicios traían cada vez que sus barcos llegaban de Tarsis eran los
pavos reales. Se sabe que los pavos son originarios del sudoeste de la India, y
también existen en el Congo, pero los fenicios los traían cada vez que
regresaban de Tarsis (España).
Sí, el rey Salomón financiaba
estos viajes de sus vecinos fenicios, pero nada impide que estos avezados
comerciantes siempre mantuvieran oculta la fuente de sus mercancías y no fueran
de Tarsis de dónde conseguían los pavos reales sino de otras tierras más
lejanas, ¿de dónde, además de la India y el Congo?
Es sabido que algunos marinos
fenicios cruzaron Las Columnas de Hércules y giraron hacia las Islas Británicas
y que otros marinos fenicios giraron para costear África. Supongamos que aquel
era un día claro, en un día así, ayer igual que hoy, desde la costa africana se
pueden ver las Islas Canarias, aquellos fenicios las verían y y sin duda que
hacia ellas fueron.
Piensen en lo siguiente. Si nunca
nadie antes de Colón había cruzado el Atlántico, daba lo mismo iniciar la
travesía desde Escocia, desde Francia o desde Portugal, pero no, Colón comenzó
su travesía desde las Canarias, ¿por qué desde allí? Ustedes saben que en las
Canarias soplan los alisios hacia el oeste, y que en las islas también existe
una fuerte corriente marina que va en la misma dirección, ¿cómo podía saber
Colón que ese lugar era el mejor para la travesía? ¿Sabía Colón algo que no
sabían los demás mortales? Lo cierto es que en el día a día del diario de
navegación de Colón él va engañando a sus tripulaciones, casi cada día está
anotando que han navegado menos millas marinas de las que realmente han
recorrido, es como si no quisiera que nadie supiera a qué distancia estaba el
lugar hacia el que él iba, porque seguro que Colón sabía a dónde iba.
Estos conocimientos de navegación
pudieron irse gestando durante mucho tiempo siglos antes de Colón, debieron
permanecer casi en el anonimato pero algunas filtraciones se tuvieron que
producir, y para vislumbrar algo de luz sobre esta cuestión debemos de conocer
un poco mejor a los socios de comercio del rey Salomón de Israel, de esto
hablaremos en mi próxima publicación.
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