Hay más paralelismos entre el
faraón Akenatón y el José de la Biblia, si es una simple casualidad júzguenlo
ustedes, amigos lectores, pero un servidor cada vez está más convencido de que
estos dos hombres sí que fueron contemporáneos y convivieron en la corte.
El recién nombrado primer
ministro del faraón Akenatón, José o quizás Smenkare, comenzó su labor
recorriendo todo el país según el registro bíblico, Génesis 41:46. Era de lo
más lógico que José quisiera comprobar cuál era la situación del país puesto
que estaban a siete años vista de la hambruna que asolaría todo Egipto y más, y
él necesitaba conocer de primera mano cuáles eran las posibilidades de
enfrentarse el grave problema que se avecinaba.
No puede haber pasado inadvertido
para nadie, pero déjenme decirles que en Egipto existe una antiquísima obra
pública que todavía en el siglo XXI sigue en pleno funcionamiento, es un canal
que está en la orilla occidental del río y que lleva el agua del Nilo hasta una
región que conocemos con el nombre de Fayun. Esta es una región muy fértil y
productiva pero que ya lo era en la antigüedad, ¿y saben cuál es su nombre?
Desde siempre se le ha conocido con el nombre de Bahr Yusuf, que traducido
significa “Canal de José”. En Egipto todo el mundo está convencido de que fue
mandado construir por José, ¿qué les parece?
Gracias al registro histórico de
la Biblia sabemos que durante aquellos primeros siete años de la gestión de
José hubo una gran productividad en los campos de todo Egipto, tanto a lo largo
de sus orillas como en el delta y en el Fayun, y que se llevaron minuciosos
registros de todo cuanto se producía, pero resultó ser tanta la producción de
cereales que simplemente se fueron llenando los silos y se dejó de llevar la
cuenta, Génesis 41:47-49. Seguramente los silos se colocaron en lugares
estratégicos del país.
Acabaron los siete años de
generosa producción agrícola y comenzó la hambruna prevista, y todo empezó
porque las aguas del Nilo dejaron de producir las anuales y esperadas
inundaciones. Hay que decir que cada año y desde tiempos inmemoriales, desde
julio hasta septiembre, las aguas del Nilo lo abnegaban todo pero nadie se
sentía contrariado en lo más mínimo, porque cuando las aguas finalmente se
retiraban dejaban en el suelo una riquísima capa de fertilizante natural que
permitía recoger anualmente hasta tres cosechas del mismo producto. Luego los
agrimensores volvían a establecer los lindes de propiedad y todo el mundo
satisfecho. Pero cuando dieron comienzo los años siete de sequía comenzaron los
problemas, primero para los pueblos vecinos y luego para los propios egipcios,
Génesis 41:53,54.
En Egipto ha habido periodos de
uno o dos años sin inundaciones, pero un periodo de siete años seguidos de
falta de inundaciones del río sería una cosa excepcional, ¿guardaría alguien en
Egipto registro de semejante desastre natural? Pues aunque a algunos les pueda
sorprender sí, sí que tomaron nota de semejante calamidad, pero…
Durante mi primer viaje a Egipto,
y mientras nos dirigíamos a visitar un poblado nubio, solicité que expresamente
me llevaran a visitar una islita que teníamos muy cerca, el nombre de la isla
es Sehel. En esa isla hay un grupo de rocas en las cuales algunos antiguos
egipcios fueron escribiendo datos conmemorativos, una de esas rocas, la que ven
ustedes en la fotografía, contiene un largo jeroglífico que conmemora que por
una vez el río Nilo no causó sus anuales inundaciones durante siete años
seguidos, siete años continuos, esta estela es conocida con el nombre de
“Estela del hambre”. No obstante hay algo chocante con respecto a este
documento pétreo, y es que los egiptólogos dicen que fue escrita durante el
siglo III antes de Cristo pero que hace referencia a un suceso que ocurrió
durante la gobernación de un faraón de la III dinastía llamado Zoser (2.665 a
2645 a.C.), ¡más de 2600 años antes!
Es evidente que un suceso tan
extraordinario como lo era la falta de inundaciones durante siete años seguidos
no podía pasar inadvertido, ¿pero fue manipulada cronológicamente la época en
que sucedió para que no coincidiera con lo que los judíos de Alejandría habían
escrito en el siglo III a.C. en la famosa versión bíblica llamada SEPTUAGINTA? Si los mismos egipcios
mencionaron un único caso en el que el Nilo no causó inundaciones por siete
años seguidos, ¿será el mismo caso del que habla la Biblia? En cualquiera que
fuera el caso, la “Estela del hambre” egipcia demuestra que el registro bíblico
no exageraba cuando registró que no hubo inundaciones durante siete años
seguidos.
Finalmente, la pertinaz hambruna
acabó afectando a todo el pueblo egipcio y el primer ministro José tomó una
decisión trascendental, trasladaría a toda la población egipcia desde un
extremo del país hasta el otro extremo, Génesis 47:21. Esto tenía su lógica.
Pondría a la población mucho más cerca de donde estaban los silos de cereales y
en terrenos de más fácil acceso para todos. Este traslado humano de envergadura
guarda un interesante paralelismo con algo que sucedió durante el reinado de
Akenatón.
Es conocido que durante el reinado
de Akenatón toda la población egipcia fue llevada desde un lado del país hasta
el otro lado, pero los egiptólogos no saben cuál fue el motivo. Especulan con
que se tuvo que hacer alguna gran obra pública pero no saben cuál o qué. Muy
interesante.
He dejado para el final de esta
historia el paralelismo que me parece más notable de todos, pero ese lo
comentaré en mi próxima publicación y tiene que ver con las enigmáticas cartas
de Tell el-Amarna.
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