lunes, 16 de enero de 2017




Hay más paralelismos entre el faraón Akenatón y el José de la Biblia, si es una simple casualidad júzguenlo ustedes, amigos lectores, pero un servidor cada vez está más convencido de que estos dos hombres sí que fueron contemporáneos y convivieron en la corte.

El recién nombrado primer ministro del faraón Akenatón, José o quizás Smenkare, comenzó su labor recorriendo todo el país según el registro bíblico, Génesis 41:46. Era de lo más lógico que José quisiera comprobar cuál era la situación del país puesto que estaban a siete años vista de la hambruna que asolaría todo Egipto y más, y él necesitaba conocer de primera mano cuáles eran las posibilidades de enfrentarse el grave problema que se avecinaba.

No puede haber pasado inadvertido para nadie, pero déjenme decirles que en Egipto existe una antiquísima obra pública que todavía en el siglo XXI sigue en pleno funcionamiento, es un canal que está en la orilla occidental del río y que lleva el agua del Nilo hasta una región que conocemos con el nombre de Fayun. Esta es una región muy fértil y productiva pero que ya lo era en la antigüedad, ¿y saben cuál es su nombre? Desde siempre se le ha conocido con el nombre de Bahr Yusuf, que traducido significa “Canal de José”. En Egipto todo el mundo está convencido de que fue mandado construir por José, ¿qué les parece?

Gracias al registro histórico de la Biblia sabemos que durante aquellos primeros siete años de la gestión de José hubo una gran productividad en los campos de todo Egipto, tanto a lo largo de sus orillas como en el delta y en el Fayun, y que se llevaron minuciosos registros de todo cuanto se producía, pero resultó ser tanta la producción de cereales que simplemente se fueron llenando los silos y se dejó de llevar la cuenta, Génesis 41:47-49. Seguramente los silos se colocaron en lugares estratégicos del país.

Acabaron los siete años de generosa producción agrícola y comenzó la hambruna prevista, y todo empezó porque las aguas del Nilo dejaron de producir las anuales y esperadas inundaciones. Hay que decir que cada año y desde tiempos inmemoriales, desde julio hasta septiembre, las aguas del Nilo lo abnegaban todo pero nadie se sentía contrariado en lo más mínimo, porque cuando las aguas finalmente se retiraban dejaban en el suelo una riquísima capa de fertilizante natural que permitía recoger anualmente hasta tres cosechas del mismo producto. Luego los agrimensores volvían a establecer los lindes de propiedad y todo el mundo satisfecho. Pero cuando dieron comienzo los años siete de sequía comenzaron los problemas, primero para los pueblos vecinos y luego para los propios egipcios, Génesis 41:53,54.

En Egipto ha habido periodos de uno o dos años sin inundaciones, pero un periodo de siete años seguidos de falta de inundaciones del río sería una cosa excepcional, ¿guardaría alguien en Egipto registro de semejante desastre natural? Pues aunque a algunos les pueda sorprender sí, sí que tomaron nota de semejante calamidad, pero…



Durante mi primer viaje a Egipto, y mientras nos dirigíamos a visitar un poblado nubio, solicité que expresamente me llevaran a visitar una islita que teníamos muy cerca, el nombre de la isla es Sehel. En esa isla hay un grupo de rocas en las cuales algunos antiguos egipcios fueron escribiendo datos conmemorativos, una de esas rocas, la que ven ustedes en la fotografía, contiene un largo jeroglífico que conmemora que por una vez el río Nilo no causó sus anuales inundaciones durante siete años seguidos, siete años continuos, esta estela es conocida con el nombre de “Estela del hambre”. No obstante hay algo chocante con respecto a este documento pétreo, y es que los egiptólogos dicen que fue escrita durante el siglo III antes de Cristo pero que hace referencia a un suceso que ocurrió durante la gobernación de un faraón de la III dinastía llamado Zoser (2.665 a 2645 a.C.), ¡más de 2600 años antes!

Es evidente que un suceso tan extraordinario como lo era la falta de inundaciones durante siete años seguidos no podía pasar inadvertido, ¿pero fue manipulada cronológicamente la época en que sucedió para que no coincidiera con lo que los judíos de Alejandría habían escrito en el siglo III a.C. en la famosa versión bíblica llamada SEPTUAGINTA? Si los mismos egipcios mencionaron un único caso en el que el Nilo no causó inundaciones por siete años seguidos, ¿será el mismo caso del que habla la Biblia? En cualquiera que fuera el caso, la “Estela del hambre” egipcia demuestra que el registro bíblico no exageraba cuando registró que no hubo inundaciones durante siete años seguidos.   

Finalmente, la pertinaz hambruna acabó afectando a todo el pueblo egipcio y el primer ministro José tomó una decisión trascendental, trasladaría a toda la población egipcia desde un extremo del país hasta el otro extremo, Génesis 47:21. Esto tenía su lógica. Pondría a la población mucho más cerca de donde estaban los silos de cereales y en terrenos de más fácil acceso para todos. Este traslado humano de envergadura guarda un interesante paralelismo con algo que sucedió durante el reinado de Akenatón.

Es conocido que durante el reinado de Akenatón toda la población egipcia fue llevada desde un lado del país hasta el otro lado, pero los egiptólogos no saben cuál fue el motivo. Especulan con que se tuvo que hacer alguna gran obra pública pero no saben cuál o qué. Muy interesante.

He dejado para el final de esta historia el paralelismo que me parece más notable de todos, pero ese lo comentaré en mi próxima publicación y tiene que ver con las enigmáticas cartas de Tell el-Amarna.

 

 

 

 

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